"COMBATE DEL RIO LAS PIEDRAS: UN GOLPE OPORTUNO A LA SOBERBIA"
Belgrano dispuso una generosa
dotación de caballería con apoyo de fusilería de infantes para que cubrir
la retirada, porque la avanzada del enemigo le venía “mordiendo” los
talones al mando del coronel realista, Agustín de Huici.
En horas de la tarde del 3 de septiembre, Huici, persiguiendo al ejército
en retirada, se dispuso destruir la retaguardia de éste.
En el río Las Piedras, se encontraron ambas fuerzas. El coronel
acosador, dio la orden de atacar empleando el clásico grito de guerra
español, aunque el era peruano, que invocando a Santiago Matamoros
mandaba:
- ¡A la carga! ¡
Santiago y cierra España!
Los revolucionarios, al mando del Mayor General Eustaquio Díaz Vélez, en un
primer momento realizaron maniobras de escape, intentando eludir el
enfrentamiento. Pero, en una apreciación correcta de la situación, el jefe
patriota ordenó a los Granaderos y Dragones desmontar y posicionarse en
situación de emboscada en los montes que bordeaban el camino, y abriendo fuego
a discreción, provocaron que los perseguidores optarán por retirarse. Pero,
como el camino se desarrollaba por medio de montes, abriéndose y uniéndose
entre éste, las tropas de la vanguardia realista en su retirada se vinieron a
encontrar con refuerzos de propia tropa que marchaba a paso de carga, lo que
motivó que una vez sumadas las fuerzas, éstas volvieran a cargar contra
la retaguardia patriota, que no pudieron contener la arrolladora carga.
Díaz Vélez, advirtió que había quedado rodeado de realistas, y entonces
comprendió que estaba en una situación difícil, irreversible de derrota.
Pero en ese mismo momento, como una suerte de comprensión colectiva
instantánea, en absoluto desorden, y mezclado con los agresores, la retaguardia
patriota puso pies en polvorosa tratando de salvarse.
Belgrano, a su vez había dispuesto una segunda línea, donde
plantó en aquel escenario la artillería que, bajo el
eficaz mando del Barón de Holmberg, ni bien se pusieron a tiro los hombres de
Huici, comenzó a descargar una sinfonía de fuego mortífero sobre los
sorprendidos realistas, que por aquel día habían imaginado asistir a una
diáfana jornada de cacería. El fuego del teutón acriollado, fue oportuno,
hizo que se detuviera la persecución produciéndole algunas bajas al enemigo.
Ante esta
resistencia y a los efectos de evaluar la situación, el jefe realista, ordenó a
sus tropas de fusileros, posicionarse en lo alto de un cerro. Sin dudar un
minuto, Belgrano que ya se encontraba presente en el campo de
batalla, mandó a un grupo de cien cazadores (infantes de equipo
liviano para acción ligera), al mando del Capitán Carlos Forrest, a que
ataquen al enemigo por la derecha, y simultáneamente por la izquierda y con
igual cometido que el primero, mandó a que fusileros pardos y morenos bajo el
mando de Miguel Aráoz hagan lo propio. El ataque central, correspondió a la
caballería de dragones comandada por el tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid.
Esto tenía un importante
sentido, porque los dragones, son precisamente soldados de a caballo que en el
campo de combate pelean tanto desde el corcel, como desde el suelo, los que los
torna en una herramienta útil cuando de conquistar posiciones se trata.
Aprovechando el efecto
sorpresa que les ocasionó a los realistas encontrarse de golpe con un
ordenado contra-ataque patriota, sin haberse imaginado que los
“fugitivos” le ofrecerían semejante frente, sufrieron una paliza más
que interesante, que los obligó a retirarse desordenadamente, perdiendo
importante cantidad de material y equipamiento y dejando numerosos prisioneros.
Los dragones de
Lamadrid, los persiguieron por mas de dos leguas, y cuando vieron que entraba
la noche, recién entonces, cesaron de morderles los talones.
Esto tendría
sus consecuencias para los intereses realistas, sobre todo por el efecto
que causó en el estado de ánimo de los revolucionarios, que hasta esos
momentos, marchaban en una desesperada retirada…
Luis Horacio Yanicelli
Afiche de
Homenaje
Río Las
Piedras, (Salta), escenario del combate
Monolito de
Homenaje al Combate