16 de junio de 2011

16 de Junio de 1955 -El día que bombardearon plaza de mayo

El Bombardeo a plaza de Mayo

Eran poco más de las 12.30, cuando dos aviones Douglas DC3 aparecieron en el cielo gris de ese jueves de hace 50 años. Uno de ellos se lanzó en picada contra la Casa Rosada, y arrojó dos bombas. Minutos después, una flotilla de aviones a chorro Gloster Meteor atacó la zona, mientras que, por el ala este de la Casa de Gobierno, comenzaron a escucharse descargas de fusiles y de ametralladoras.

Las balas provenían de la entonces vecina sede del Ministerio de Marina, donde se asentaría el jefe de la Armada, contraalmirante Aníbal Olivieri, que, horas antes, se había excusado de participar de un acto oficial por una angina que lo obligó a internarse en el Hospital Naval. Luego, fue parte de la asonada.

Entonces Olivieri contó con un ayudante personal: el teniente de navío Emilio Eduardo Massera, de 29 años, que, 21 años después, sería comandante de la fuerza y uno de los jerarcas de la peor dictadura vivida en el país.

Estaba programado un acto de homenaje a San Martín y desagravio a la bandera en la Catedral , e incluía un desfile aéreo, por lo que el ruido de las naves en formación no alarmó a nadie hasta los estampidos de las dos primeras bombas arrojadas por el entonces teniente de navío Néstor Noriega, jefe de la flotilla.


Las bombas cayeron sobre la hilera de autos estacionados sobre Hipólito Irigoyen, entre Balcarce y Paseo Colón, y mataron entre tres y cuatro personas; las primeras de alrededor de 350 muertes, casi todas de civiles, en que resultó la jornada: casi enseguida otra atravesó el techo de un trolebús repleto, en el Bajo entre Irigoyen y Rivadavia, y aunque su carga incendiaria no deflagró -solo, en apariencia, el detonante -el desplazamiento de aire de sus cien kilos de peso alcanzó para matar a 58 de 60 personas a bordo, muchos de ellos chicos de escuela.

Los estallidos sirvieron de señal para que dos compañías de Infantes de Marina, unos 300 hombres, se desplegaron, partiendo del Ministerio del arma, en Cangallo y Madero, y del Arsenal Naval de Puerto Nuevo, hasta alcanzar Plaza Colón, a menos de 100 metros de la Casa Rosada, y desde allí la atacaron por dos flancos con fuego de ametralladoras y fusiles. Desde la sede de gobierno sostuvieron y contestaron el embate cuarenta granaderos y unos pocos empleados civiles.

La sorpresa y el horror se apoderaron de los transeúntes, paseantes y civiles que fueron al paseo para asistir al acto de homenaje. La sublevación de la Armada se produjo en medio de una fuerte tensión en las relaciones del gobierno de Perón y la Iglesia.

A las 12.45, se produjo otro ataque aéreo: Perón, vestido de traje marrón claro, fue, desde la sede gubernamental, al Ministerio del Ejército a pocos metros, desde donde siguió las alternativas con sus colaboradores. A las 15.17, desde el Ministerio de Marina se levantó una bandera blanca de rendición. Pero, después de que se apagaron los balazos, la aparición de otros aviones, que bombardearon y ametrallaron la Casa Rosada, hizo que los sublevados arriaran las banderas y reiniciaran la resistencia armada. Ya en la plaza, las fuerzas leales habían instalado piezas antiaéreas que repelieron ese ataque. Pero los sobrevuelos continuaron.

En forma paralela, a las 15.25, otra flotilla de aviones atacó el Departamento Central de Policía y, a las 17.25, se registró un segundo ataque. Quince minutos después, ocurrió el tercero y último, que duró 10 minutos.

Hubo reacción popular: desde las zonas fabriles se movilizaron trabajadores y un grupo de civiles asaltó una armería. La CGT convocó a defender el gobierno y en la General Paz se levantaron barricadas con colectivos para frenar el posible paso de fuerzas rebeldes. Alrededor de las 18, se produjo al paso del último avión rezagado que descargó sus ametralladoras contra la Rosada. Fue el último intento de matar a Perón. A esa hora, el resto de las aeronaves llegaba al Uruguay, donde sus pilotos, después del fracaso de la operación, pidieron asilo. Eran 22 hombres de la Fuerza Aérea Naval y tres de la Aeronáutica. Del levantamiento participaron, además, comandos civiles. El bombardeo de Plaza de Mayo dejó un número indefinido de víctimas. Pero Gonzalo L. Chaves, autor del libro “La masacre de Plaza de Mayo”, estimó que hubo 350 muertos y más de 2.000 heridos, y que se arrojaron 9,5 toneladas de bombas. La calma volvió a la hora del crepúsculo y, por la noche, la reacción de seguidores de Perón fue quemar y saquear la Catedral metropolitana y otras 10 iglesias.

Si bien no fue el primer alzamiento contra Perón, el bombardeo de Plaza de Mayo fue la antesala del golpe que, 90 días después, lo despojaría del poder, a través de la llamada Revolución Libertadora.

Fuente/s:
la gaceta.com.ar
clarin.com
es.wikipedia.org