8 de septiembre de 2012


"COMBATE DEL RIO LAS PIEDRAS: UN GOLPE OPORTUNO A LA SOBERBIA"

              Belgrano dispuso  una generosa dotación de caballería con apoyo de fusilería de infantes para  que cubrir la retirada,  porque la avanzada del enemigo le venía “mordiendo” los talones al mando del coronel realista, Agustín  de Huici.  

              En horas de la tarde del 3 de septiembre,  Huici, persiguiendo al ejército en retirada, se  dispuso  destruir la retaguardia  de éste.

               En el río Las Piedras, se encontraron ambas  fuerzas. El coronel acosador,  dio la orden de atacar empleando el clásico grito de guerra español, aunque el era peruano,  que invocando a Santiago Matamoros mandaba:
-         ¡A la carga! ¡ Santiago y cierra España!

             Los revolucionarios, al mando del Mayor General Eustaquio Díaz Vélez, en un primer momento realizaron maniobras de escape,  intentando eludir el enfrentamiento. Pero, en una apreciación correcta de la situación, el jefe patriota ordenó a los Granaderos y Dragones desmontar y posicionarse en situación de emboscada en los montes que bordeaban el camino, y abriendo fuego a discreción, provocaron que los perseguidores optarán por retirarse. Pero, como el camino se desarrollaba por medio de montes, abriéndose y uniéndose entre éste, las tropas de la vanguardia realista en su retirada se vinieron a encontrar con refuerzos de propia tropa que marchaba a paso de carga, lo que motivó que una vez sumadas las fuerzas,  éstas volvieran a cargar contra la retaguardia patriota, que no pudieron contener la arrolladora carga. 

             Díaz Vélez, advirtió que había quedado rodeado de realistas, y entonces comprendió que estaba en una situación difícil,  irreversible de derrota. Pero en ese mismo momento, como una suerte  de comprensión colectiva instantánea, en absoluto desorden, y mezclado con los agresores, la retaguardia patriota puso pies en polvorosa tratando de salvarse.

             Belgrano, a su vez había dispuesto  una segunda línea, donde plantó  en aquel escenario   la artillería  que, bajo el eficaz mando del Barón de Holmberg, ni bien se pusieron a tiro los hombres de Huici, comenzó a descargar una sinfonía de fuego mortífero sobre los sorprendidos realistas, que por aquel día habían imaginado asistir a  una diáfana jornada  de cacería.  El fuego del teutón acriollado, fue oportuno,  hizo que se detuviera la persecución produciéndole algunas bajas al enemigo.

          Ante esta resistencia y a los efectos de evaluar la situación, el jefe realista, ordenó a sus tropas de fusileros, posicionarse en lo alto de un cerro. Sin dudar un minuto, Belgrano que ya se encontraba presente en el campo de batalla,   mandó a un grupo de cien cazadores (infantes de equipo liviano para acción ligera), al mando del Capitán Carlos Forrest,  a que ataquen al enemigo por la derecha, y simultáneamente por la izquierda y con igual cometido que el primero, mandó a que fusileros pardos y morenos bajo el mando de Miguel Aráoz hagan lo propio. El ataque central, correspondió a la caballería de dragones comandada por el tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid.

          Esto tenía un importante sentido, porque los dragones, son precisamente soldados de a caballo que en el campo de combate pelean tanto desde el corcel, como desde el suelo, los que los torna en una herramienta útil cuando de conquistar posiciones se trata.

         Aprovechando el efecto sorpresa que les ocasionó a los realistas encontrarse  de golpe con un ordenado contra-ataque patriota, sin haberse   imaginado que los “fugitivos” le ofrecerían semejante  frente, sufrieron  una paliza más que interesante, que los obligó a retirarse desordenadamente, perdiendo importante cantidad de material y equipamiento y dejando numerosos prisioneros.

         Los dragones de Lamadrid, los persiguieron por mas de dos leguas, y cuando vieron que entraba la noche, recién entonces, cesaron de morderles los talones.

         Esto tendría sus consecuencias  para los intereses realistas, sobre todo por el efecto que causó en el estado de ánimo de los revolucionarios,  que hasta esos momentos, marchaban en una desesperada retirada…

  Luis Horacio Yanicelli



                                                                                           Afiche de Homenaje


                                                                  Río Las Piedras, (Salta), escenario del combate


                                                                                 Monolito de Homenaje al Combate