20 de junio de 2011

Aniversario del Fallecimiento de Manuel Belgrano

 Fallecimiento de Manuel Belgrano

Al recordarse el fallecimiento de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y Peri queremos homenajearlo de una manera diferente. Es nuestra intención hablando más del Hombre y no del prócer, y a la vez contribuir en algo a develar algunos mitos sobre su persona.


Manuel Belgrano no solamente fue un patriota que abrazó la causa libertadora sino también un progresista en tiempos del Virreinato. Ocupó varios cargos públicos, fue periodista, promovió el comercio, apoyó la creación de establecimientos escolares, y fue el creador de la Bandera nacional. Sin ser militar de carrera, tuvo que enfrentarse a los realistas en combates bravísimos. Tras una vida agitada, murió en la máxima pobreza y bajo un manto de olvido.
Alrededor de su figura existen varios mitos que trataremos de aclarar

Belgrano ¿“afrancesado”?
Oleo de Manuel Belgrano
 El rumor histórico que dice que Belgrano era afeminado se creó a partir de su carácter demasiado amable, sensible y fino, lo que se sumó al recuerdo de su voz aflautada
Es famosa la anécdota que relata la ocasión en que San Martín trataba de instruir a los oficiales, repitiendo una voz de mando y ordenó: “Batallón... maarch...” Después, siguió Belgrano. Al escuchar su débil voz, uno de los jefes, el coronel Manuel Dorrego, largó una carcajada burlándose.

A San Martín esto le disgusto por lo que le dijo: “Señor coronel, hemos venido aquí a uniformar las voces de mando”. Luego, reiteró la orden; Belgrano repitió la expresión, y Dorrego volvió a reírse. Al ver esta actitud, San Martín se enfureció y lo recrimino duramente. Debido a esto, y en fastidio que este tenia por la Figura de Belgrano, se supone que Dorrego y muchos de sus amigos, lo trataron de afeminado.
Otra de las posibles causas de su fama ocurrió en 1818 cuando al mando del Ejército del Norte, en Tucumán, impuso una disciplina férrea a su tropa prohibiendo los bailes, las mujeres y la baraja. Sus oficiales daban un espectáculo desagradable por aquellos vicios que irritaban a Belgrano y que eran un mal ejemplo para la tropa, lo que provoco muchos comentarios sobre “lo refinado” de la personalidad del prócer.

Tal vez, sus modos delicados, su voz suave, la enfermedad venérea que padecía (sífilis) y las representaciones generadas a través de la iconografía contribuyeron a la construcción de esta idea

Sus Amores

En la vida de Belgrano muchas mujeres, tanto en España durante su juventud como en el Río de la Plata y, a pesar de estar ocupado en actividades periodísticas, políticas y militares, no dejó de destinar tiempo a cultivar relaciones amorosas.

        Maria Josefa Ezcurra
En la época, las tertulias eran espacios apropiados para mostrar en sociedad las cualidades de las jóvenes casamenteras y para arreglar su matrimonio. El matrimonio de las hijas de las familias de la elite era una cuestión de importancia, ya que de esa manera, se controlaban los destinos de la descendencia. Por eso, en los arreglos matrimoniales el amor era lo de menos. Sólo en algunos casos, se iniciaba una relación amorosa, tal es la historia de Belgrano y María Josefa Ezcurra. En una de las tertulias que frecuentaba, conoció a María Josefa Ezcurra en 1802, cuando él había regresado a Buenos Aires. Era la mayor de la familia Ezcurra. Ella había contraído matrimonio con Juan Esteban Ezcurra, un primo que llegado de Navarra, había logrado hacer fortuna rápidamente pero que, disconforme con los ideales de la Revolución
de Mayo, regresó a la península ibérica y dirigió sus negocios desde allí. Estuvieron casados durante nueve años; ella quedó en Buenos Aires gozando de las libertades de una viuda sin hijos de los que hacerse cargo.

Luego de la creación de las baterías sobre el río Paraná para impedir el avance de los realistas y de enarbolar por primera vez la bandera de la patria, Belgrano regresó a Buenos Aires. Se encontraron nuevamente y se enamoraron, él tenía algo más de cuarenta años y ella tan sólo veintisiete.

Cuando le ordenaron a Belgrano partir hacia el norte para comandar el ejército patriota, el amor hizo que María Josefa lo siguiera por Salta, Tucumán y Jujuy sin temer a los peligros a los que se enfrentaba. Sin embargo, temía a la opinión de los miembros de la sociedad cuando conocieran que ella no respetaba las rigurosas normas éticas de la época ya que, sin estar casada con Manuel Belgrano estaba esperando un hijo de él. Avanzado el embarazo, ella no podía continuar viajando con el ejército, decidieron entonces que el niño naciera en Santa Fe, en la estancia de unos amigos. El 30 de julio de 1813 nació un varón. Sin apellido, fue bautizado en la catedral de Santa Fe. El nacimiento se mantuvo en absoluto secreto.

Los padres no reconocieron al niño, que fue entregado a una de las hermanas de María Josefa, Encarnación Ezcurra casada con Juan Manuel de Rosas. Esta pareja adoptó al niño dándole el nombre de Pedro Pablo Rosas. En 1837, y al cumplir la mayoría de edad, don Juan Manuel le comunicó a Pedro que era su padre adoptivo y que su verdadero progenitor era el general Belgrano. Desde entonces, el joven empezó a firmar Pedro Belgrano

En 1812, Belgrano y María Dolores Helguero tuvieron un primer encuentro. Él habría quedado prendado por la hermosura de la joven y le habría prometido matrimonio.

Debido a los trajines de la guerra, debieron distanciarse pero cuando se reencontraron, vivieron un intenso romance, fruto del cual Dolores quedó embarazada.

Belgrano marchó a cumplir con sus obligaciones militares y los padres de Dolores la obligaron a casarse con otro hombre, un catamarqueño de apellido Rivas. Durante este matrimonio, nació la hija de Belgrano; luego, el esposo de Dolores la abandonó.

Sus hijos

 A veces, era preferible la infelicidad a soportar el reproche social por no haber respetado las normas establecidas. Una mujer casada debía respetar a su marido aunque –como en los casos de María Josefa y de María Dolores- su esposo no conviviera con ella, la hubiera abandonado y no hubiera regresado nunca. No podía volver a casarse a menos que enviudara. Belgrano sabía que el esposo de Dolores se había trasladado al Alto Perú y recurría a informantes para conocer si aún vivía, porque de lo contrario, podría contraer nupcias con su amada. Esta concepción social, llevó a Belgrano a no reconocer a sus hijos, como modo de no deshonrar el buen nombre de sus madres. Es por eso, que ni siquiera los reconoce en su testamento.

 
La hija de Belgrano: Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano

Belgrano había solicitado a Encarnación Ezcurra y Juan Manuel de Rosas -los tíos de Pedro Pablo, que lo adoptaron y lo criaron- que cuando fuera mayor de edad, se le informara que él era su verdadero padre.

El hijo mayor de Belgrano se instaló en la zona de los actuales distritos de Azul y Olavarria, donde Rosas, le había obsequiado enormes extensiones de tierra. Fue designado juez de paz y comandante militar interino de esos pagos y se dedicó a las tareas vinculadas a la explotación ganadera. Se casó en 1851 con Juana Rodríguez con la que tuvo dieciséis hijos.

Belgrano tuvo ocasión de conocer a Manuela Mónica de la que debió distanciarse cuando su estado de salud se agravó y decidió viajar a Buenos Aires. En ese momento, remitió una misiva al Cabildo de Tucumán, a través de la cual declaraba: “[…] Que la cuadra de terreno, contenida en la donación que me hizo la M.I. Municipalidad y consta de los documentos antecedentes, con todo lo que en ella edificado por mí, pertenece por derecha de heredad a mi hija Manuela Mónica del Corazón de Jesús, nacida el 4 de mayo de 1819 en esta capital y bautizada el 7, siendo sus padrinos la Sra. Dña. Manuela Liendo y Don Celestino Liendo, hermanos y vecinos de la misma. Para que conste la firmo hoy 22 de enero de 1820 en la valerosa Tucumán, rogando a las juntas militares, como a las civiles, le dispensen toda justa protección”.

Manuela Mónica vivió con su madre hasta 1825, cuando se trasladó a Buenos Aires para quedar al cuidado de sus tíos Juana y Domingo Belgrano, cumpliendo el deseo de su padre. Con ellos vivió en el actual distrito de Azul (Provincia de Buenos Aires), donde conoció a su hermano Pedro Pablo que tenía allí sus campos. Cultivaron una profunda relación y se presume que fue su hermano quien le presentara a su futuro esposo, Manuel Vega Belgrano, un pariente político con quien se casó Manuela en 1852 y tuvo tres hijos.

Manuel Belgrano sabía que su hijo no necesitaría su protección económica por eso, lo poco con lo que contaba trató de dejarlo para su hija. En un escrito citado por Mitre, Belgrano solicita a su hermano, el sacerdote Domingo Estanislao Belgrano "[…] que, pagadas todas sus deudas, aplicase todo el remanente de sus bienes a favor de una hija natural llamada Manuela Mónica, de edad de poco más de un año, que había dejado en Tucumán".

Alejado de sus amores y vencido por la enfermedad, murió en Buenos Aires a los pocos meses el 20 de Junio de 1820.

Mausoleo de Belgrano


Fuente/s:
los andes.com.ar
abc.gov.ar/docentes

 Belgrano, el Hombre, El Idealista, El Patriota