29 de septiembre de 2012

17 de Septiembre de 1898.
Muere Manuela Rosas de Terrero..."Manuelita"



Manuelita falleció en la capital británica el 17 de setiembre de 1898. El óleo de Prilidiano Pueyrredón que la retrata de cuerpo entero fue pintado en la segunda mitad

de 1851, y le fue obsequiado por un grupo de ciudadanos federales que la agasajaron con un baile. Para aceptar dicho retrato Manuelita consultó a su padre, y éste designó una comisión compuesta por Juan N. Terrero, Gervasio Ortiz de Rosas y Luis Dorrego para que dictaminara si debía acceder a ser retratada y al obsequio correspondiente. La comisión dio un veredicto afirmativo.

Los párrafos que se transcriben pertenecen a una carta que dirigió a doña Josefa, Condesa de Poblaciones, el 13 de mayo de 1876.

"Mi Tatita D. Juan Manuel de Rosas. Bisnieto del Conde de Poblaciones (nunca se firma Ortiz de Roxas) como mi abuelito D. León Ortiz de Rosas y sus otros dos hijos que fue una numerosa familia. Hoy, sólo quedan de ella mi Padre que es el mayor, la hermana que lo sigue y la menor Da. Agustina. Mi Tío D. Prudencio, fue el que murió en Sevilla y padre de mi Primo León Ortiz de Rozas a quien Vd. menciona en su carta haber conocido y que murió también años hacen en Buenos Ayres durante la peste del cólera...

...Tatita, reside cerca de Southampton en una chacra y privado de su fortuna por la confiscación de sus bienes en que fueron envueltos los míos que administraba, se ve reducido á llenar las más premiosas necesidades con el auxilio de sus antiguos amigos...

..Vd. está equivocada al darle el título de "Dictador" que nunca tubo ni aún habiéndole sido ofrecido lo habría aceptado. Gobernó por años el País bajo el Título de "Gobernador de la Provincia de Buenos Ayres y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina" cuyos derechos defendió contra las grandes Potencias de la Europa que tan injustamente nos atacaban. Luego, y después de salir airoso de esas cuestiones, tan celebres e históricas, vinieron otra vez las riñas civiles y por ello se vio obligado á salir del País, donde quedó cuanto poseíamos siendo una inmensa fortuna...

...Yo me casé en este País con mi compatriota Máximo Terrero, hijo de un antiguo y fiel amigo de mi Padre desde la niñez y de este matrimonio tenemos dos hijos varones á cuya educación hemos destinado nuestra vida sin otra distracción ni entretenimiento alguno como que nuestros medíos no lo permiten. El mayor se llama Manuel Máximo y el segundo Rodrigo Thomas. Su educación, se completa con la distinción que corresponde á las familias de que descienden y es esta la única aspiración de sus Padres y abuelo. Vd. debe conocerá la familia del Brigadier Don Antonio Terrero en Madrid, el Conde de Poblaciones habiendo sido uno de sus discípulos en la escuela Militar según una guía que tengo entre mis libros".




Jorge Pautasso

22 de septiembre de 2012



Batalla de Tucumán.
Pormenores del combate...



  En la mañana del 24 de septiembre de 1812, día de la batalla, el general Belgrano estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen, e incluso la tradición cuenta que solicitó la realización de un milagro a través de su intercesión. En esos mismos momentos, Tristán ordenó la marcha hacia la ciudad. Algunas fuentes indican que, en lugar de tomar el camino directo, rodeó la plaza desde el sur, intentando prevenir una posible huida de los patriotas en dirección a Santiago del Estero. Otras afirman que en el paraje de Los Pocitos se encontró repentinamente con los campos incendiados por orden del teniente de Dragones La Madrid, natural de la zona, que contaba con la velocidad del fuego avivado por el viento del sur para desordenar la columna española. En todo caso, utilizó el viejo camino real del Perú para poner frente a la ciudad a una legua de ésta, en el paraje del Manantial.

  Mientras tanto, y aprovechando la confusión provocada por el fuego, Belgrano —que había dispuesto al alba sus tropas al norte de la ciudad— había cambiado su frente hacia el oeste, contando con una visión clara de las maniobras de Tristán, y plantó cara a éste en un terreno escabroso y desparejo, llamado el campo de las Carreras. La rápida embestida sobre el flanco de Tristán apenas dio tiempo a éste de reorganizar su frente y ordenar montar la artillería.

  Belgrano había dispuesto la caballería en dos alas: la derecha, al mando de Balcarce, era más numerosa —contaba con la tropa gaucha recién reclutada— que la izquierda, al mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez.

  La infantería estaba dividida en tres columnas, comandadas por el coronel José Superí la izquierda, el capitán Ignacio Warnes la central y el capitán Carlos Forest la derecha, junto a la cual una sección de Dragones apoyaba la caballería. Una cuarta columna de reserva estaba al mando del teniente coronel Manuel Dorrego; el barón Eduardo Kaunitz de Holmberg comandaba la artillería, ubicada entre las columnas de a pie —demasiado dividida entre las mismas para ser efectiva— siendo su ayudante de campo José María Paz.







Jorge Pautasso.

17 de septiembre de 2012


DÍA DEL PROFESOR

17 DE SEPTIEMBRE DE 1894 MUERE JOSE MANUEL ESTRADA.

Su acción y su pensamiento lo erigieron en el arquetipo del dirigente católico argentino. Concibió a la educación como un instrumento para transmitir los deberes y derechos de los ciudadanos.
José Manuel Estrada (1842-1894) fue historiador, profesor en colegios secundarios y en la universidad porteña y escritor. No obstante su recuerdo sobrevive como un orador elocuente. Desde muy joven inició una prédica a favor de la libertad y la democracia a través de publicaciones periodísticas. La historia fue para Estrada una gran pasión y extrajo de ella enseñanzas morales y republicanas. En 1873 fue nombrado profesor de Historia e Instrucción Cívica en el Colegio Nacional de Buenos Aires, siendo la primera vez que se dictó esta materia en el país. El decreto que estableció esta cátedra disponía como texto de la asignatura la exposición de la constitución de los Estados Unidos, Estrada al inaugurar la cátedra trazó un programa adecuado tomando como base la Constitución Nacional y se ocupó de la organización política requerida por nuestra Carta Magna, de los deberes y derechos que este código fundamental prescribe y garantiza a los ciudadanos argentinos. En 1876, pese a que carecía de título universitario fue designado profesor de Derecho Constitucional, ya que fue uno de los precursores de la historiografía argentina cuando esta todavía no asumía contornos científicos, y dictó cursos que sus contemporáneos consideraron notables. En su militancia política, encabezó la oposición de los grupos católicos a la política liberal de Julio A. Roca lo que determinó su destitución de la cátedra universitaria. La juventud estudiantil que protestó indignada por la destitución llegó en manifestación hasta la casa del maestro, quién dijo frases recordadas en la posteridad como "…de las astillas de las cátedras destrozadas por el despotismo, haremos tribunas para enseñar la justicia y predicar la libertad".
Este educador nato se desempeñó como Jefe de Departamento de Escuelas de Buenos Aires. Para Estrada la función de la educación consiste en el arte de adaptar al niño y al adolescente a la sociedad en la cual debe vivir. "La educación discretamente organizada y copiosamente distribuida es el único medio de modelar en la República Argentina la personalidad del ciudadano y de adaptar los elementos sociales, tomados en su capacidad colectiva, al tipo de instituciones libres cuyo resorte es la aptitud universal para el gobierno propio". Si bien Estrada fue el defensor por antonomasia de la educación religiosa en escuelas y colegios, y postuló la libertad de enseñanza, no quiso universidades en manos privadas. Al discutir sobre dicha libertad en la Convención Constituyente de la provincia de Buenos Aires, en 1871, apoyó el artículo 38 del proyecto de Ley de Educación, que contenía una declaración a favor de la libertad de enseñar y aprender, "que no podrá ser coartada por medidas preventivas". Al llegar el momento de referirse a las universidades, Estrada afirma que no puede haberlas particulares, pues las considera "compañías de comercio" de propiedad de individuos o sociedades colectivas cuyo fin es el lucro. Y las presupone un privilegio de las clases adineradas.
Su apariencia austera impidió conocer la bonanza económica de Estrada, con bienes provenientes de la fortuna de su bisabuelo, el virrey Santiago de Liniers. Desempeñándose como ministro argentino en el Paraguay, murió a los 52 años.









     Dionicia Ines Aparicio 


CARTA DE SAN MARTIN A GUIDO...AMIGO Y CONFIDENTE...

(Fragmento)

"París, Febrero de 1824...

...No hay una sola vez que escriba sobre nuestro país que no sufra una irritación. Dejemos este asunto y concluyo diciendo que el hombre que establ
ezca el orden en nuestra patria, sean cuales sean los medios que para ello emplee, es el solo que merecerá el noble título de su libertador. 

...Mi salud sigue bastante bien: aunque de tiempo en tiempo sufro algunos ataques de nervios, que espero desaparecerán este año a beneficio de los baños de mar que tomaré el próximo verano.
 

...Como siempre su invariable amigo"
 

José de San Martín

(Mis recuerdos a los amigos Pintos, Viamonte, López y los Luzuriaga).
 

Guido falleció en su quinta de Alsina y Cevallos, el 14 de setiembre de 1866. Fue un militar de estirpe sanmartiniana, abnegado, arquetipo de un país libre y pujante. Como San Martín, nunca desenvainó la espada para derramar sangre de sus hermanos.

En el centenario de su fallecimiento, sus resto fueron trasladados al Mausoleo del general San Martín, en la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires.

En la imagen, la urna que guarda sus restos.



Cole Profesores Historia Jujuy 
foto de Granaderos Bicentenario.

8 de septiembre de 2012


"BELGRANO Y LOS NIÑOS"

         Es dificil abordar un tema como el del título. Normalmente los "próceres"  que nos han dibujado la historiografía clásica, no parecen haber tenido tiempo que perder, en risas, amores, alegrías, llantos y que decir en jugar con niños. Pero, como lo venimos sosteniendo en todos nuestros artículos, incluso nuestros Belgrano y San Martín, fueron seres humanos, que vivieron,soñaron y sintieron igual que nos.

         Cuentan que en el San Miguel de Tucumán de 1810 a 1820, epoca en que Belgrano caminó por estos lares, no existían diarios ni revistas, y esto se entendía pues casi el 99,99% de sus habitantes eran analfabetos. Muy pocos vecinos sabían leer y escribir, y que además poseyeran una biblioteca donde satisfacer su hábito de lectura, eran aún menos. Uno de estos exclusivos vecinos de Tucumán, era el Sr. Salvador Alberdi, vizcaíno, cuya casa se ubicaba en la exacta esquina de las actuales calles 24 de Septiembre y 25 de Mayo, que en ese entonces eran denominadas calle de la Matriz y calle del  Cabildo respectivamente. En dicho lugar, y con puerta esquinera, don Salvador tenía un negocio de ramos generales. Era uno de los comerciantes más prósperos de aquella pequeña y pujante población. Don Salvador era un ferviente revolucionario, muy amigo de Bernabé Araoz, de modo que al llegar Belgrano a la ciudad en aquel septiembre de 1812 nació una sincera amistad entre ambos. El comandante patriota era un intelectual, como se sabe, y don Salvador un voraz lector de cuanto libro eterrizaba por estos pagos. Por las tardes, Belgrano se llegaba por la casa de Alberdi a departir de política, fiolosofía, historia y en fin, a comentar maravillados lo que significaba disponer de una enciclopedia. ¡Que avance!

        Quien nos cuenta esto, es un niño  que  fue testigo de esta reuniones en su casa, entre el general revolucionario y el vasco inquieto. Largas charlas al atardecer, que comezaban con unos mates y remataban, ya a la nochecita con unos fiambres locales regados por un vinito carlón. Ese niño se llamó Juan Bautista Alberdi, el padre de nuestra Constitución Nacional.

       Según nos narra Juan Bautista, incluso en la segunda estada de Belgrano en Tucumán, esto es entre 1816 y fines de 1819, esa amistad se continuó. Los recuerdos de niño, generaron en Alberdi un sentimiento de admiración por aquel General, de quien se acuerda, llegaba a casa de su padre y cuando ambos  amigos se habían sentado cómodos a charlar, le prodigaba caricias al niño juguetón.

       Pero seguramente la niñez ha sido considerada por nuestro Belgrano, con la donación de las sumas de premios por los triunfos de Tucumán y Salta a los efectos que se construyan cuatro escuelas. Esa obra fue fundamentalmente dirgida a la niñez.

       Y no cerremos esta relfexión sin decir, que en su vida privada, en relación a su hijos no tuvo suerte. A Pedro Pablo Rosas y Belgrano, que concibió con María Josefa Ezcurra, no pudo aumirlo jamás como tal, para evitar que cayese sobre el niño y la madre, la condena de hijo adulterino y de adúltera respectivamente, según lo establecía la legislación vigente entonces, (La Ley de Partidas). Desde el embarazo en Tucumán (1812),  debió abstenerse de todo contacto y relación con la madre y el niño,  pues la Señora era casada.

    En cuanto a la niña fruto de sus amores con  la tucumana Dolores Helguero Liendo, es decir Manuela Mónica, como esta nació en los finales de la vida de Belgrano, (1819), solo pudo verla cuando se la llevaba a su casita de la Ciudadela su edecán, Gerónimo Helguera. Belgrano ya no caminaba, cursaba su lenta agonía.

Luis Horacio Yanicelli


                                   Niña argentina alumna de la Escuela jujeña donada por Belgrano


                                                                      Pedro P. Rosas y Belgrano


Manuela Monica Belgrano



"COMBATE DEL RIO LAS PIEDRAS: UN GOLPE OPORTUNO A LA SOBERBIA"

              Belgrano dispuso  una generosa dotación de caballería con apoyo de fusilería de infantes para  que cubrir la retirada,  porque la avanzada del enemigo le venía “mordiendo” los talones al mando del coronel realista, Agustín  de Huici.  

              En horas de la tarde del 3 de septiembre,  Huici, persiguiendo al ejército en retirada, se  dispuso  destruir la retaguardia  de éste.

               En el río Las Piedras, se encontraron ambas  fuerzas. El coronel acosador,  dio la orden de atacar empleando el clásico grito de guerra español, aunque el era peruano,  que invocando a Santiago Matamoros mandaba:
-         ¡A la carga! ¡ Santiago y cierra España!

             Los revolucionarios, al mando del Mayor General Eustaquio Díaz Vélez, en un primer momento realizaron maniobras de escape,  intentando eludir el enfrentamiento. Pero, en una apreciación correcta de la situación, el jefe patriota ordenó a los Granaderos y Dragones desmontar y posicionarse en situación de emboscada en los montes que bordeaban el camino, y abriendo fuego a discreción, provocaron que los perseguidores optarán por retirarse. Pero, como el camino se desarrollaba por medio de montes, abriéndose y uniéndose entre éste, las tropas de la vanguardia realista en su retirada se vinieron a encontrar con refuerzos de propia tropa que marchaba a paso de carga, lo que motivó que una vez sumadas las fuerzas,  éstas volvieran a cargar contra la retaguardia patriota, que no pudieron contener la arrolladora carga. 

             Díaz Vélez, advirtió que había quedado rodeado de realistas, y entonces comprendió que estaba en una situación difícil,  irreversible de derrota. Pero en ese mismo momento, como una suerte  de comprensión colectiva instantánea, en absoluto desorden, y mezclado con los agresores, la retaguardia patriota puso pies en polvorosa tratando de salvarse.

             Belgrano, a su vez había dispuesto  una segunda línea, donde plantó  en aquel escenario   la artillería  que, bajo el eficaz mando del Barón de Holmberg, ni bien se pusieron a tiro los hombres de Huici, comenzó a descargar una sinfonía de fuego mortífero sobre los sorprendidos realistas, que por aquel día habían imaginado asistir a  una diáfana jornada  de cacería.  El fuego del teutón acriollado, fue oportuno,  hizo que se detuviera la persecución produciéndole algunas bajas al enemigo.

          Ante esta resistencia y a los efectos de evaluar la situación, el jefe realista, ordenó a sus tropas de fusileros, posicionarse en lo alto de un cerro. Sin dudar un minuto, Belgrano que ya se encontraba presente en el campo de batalla,   mandó a un grupo de cien cazadores (infantes de equipo liviano para acción ligera), al mando del Capitán Carlos Forrest,  a que ataquen al enemigo por la derecha, y simultáneamente por la izquierda y con igual cometido que el primero, mandó a que fusileros pardos y morenos bajo el mando de Miguel Aráoz hagan lo propio. El ataque central, correspondió a la caballería de dragones comandada por el tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid.

          Esto tenía un importante sentido, porque los dragones, son precisamente soldados de a caballo que en el campo de combate pelean tanto desde el corcel, como desde el suelo, los que los torna en una herramienta útil cuando de conquistar posiciones se trata.

         Aprovechando el efecto sorpresa que les ocasionó a los realistas encontrarse  de golpe con un ordenado contra-ataque patriota, sin haberse   imaginado que los “fugitivos” le ofrecerían semejante  frente, sufrieron  una paliza más que interesante, que los obligó a retirarse desordenadamente, perdiendo importante cantidad de material y equipamiento y dejando numerosos prisioneros.

         Los dragones de Lamadrid, los persiguieron por mas de dos leguas, y cuando vieron que entraba la noche, recién entonces, cesaron de morderles los talones.

         Esto tendría sus consecuencias  para los intereses realistas, sobre todo por el efecto que causó en el estado de ánimo de los revolucionarios,  que hasta esos momentos, marchaban en una desesperada retirada…

  Luis Horacio Yanicelli



                                                                                           Afiche de Homenaje


                                                                  Río Las Piedras, (Salta), escenario del combate


                                                                                 Monolito de Homenaje al Combate





3 de septiembre de 2012

Libro "La Esperanza de los Leach"

Libro "La Esperanza de los Leach". Un caso de diversificación agroindustrialcon base en un ingenio azucarero.


Autores: Manuel Omar Armas

Marcelo Constant

Durante las últimas décadas de siglo XIX comenzaron a llegar inmigrantes y a surgir industrias en algunas regiones del país, inclusive en aquellas llamadas marginales o periféricas de la economía pampeana como el noroeste, que posibilitarán un cierto adelanto o por lo menos un mayor ingreso para algunos sectores sociales.

Este será el caso de los hermanos Leach, inmigrantes sajones, quienes llegarán a Jujuy con algun capital y ansias de progreso. Ellos lograron concretar un verdadero emporio industrial, que si bien tuvo como base principal la producción de azúcar en el ingenio "La Esperanza", se diversificaría notablemente.

En este libro se dan algunas características de la labor desarrollada en el ingenio "La Esperanza", donde primo la racionalidad y el pragmatismo ingles. También se desarrollaron redes de relaciones económicas, políticas y familiares que demostraron claramente su mentalidad capitalista. Pero es necesario también destacar que para que esto ocurriese se necesitó de mano de obra barata de los indigenas del Chaco, de una creciente influencia política y por sobre todo de ciertas condiciones sociales, políticas y geográficas, que se dieron en Jujuy, en el marco de la Argentina finisecular y a principios del siglo XX.

1 de septiembre de 2012

Fallecimiento del Coronel Manuel Eduardo Arias




               Nace en Humahuaca en  1785 y muere el 16 de junio de 1822 en San Andrés  provincia de Salta  militar y hacendado, destacado participante en las Guerras de Independencia , en la Guerra Gaucha.
               Era hijo natural de un oficial colonial (hijo a su vez del prestigioso gobernador Arias Renguell) y de una indígena jujeña. Desde joven vivió en la finca de los Arias en San Andrés (antiguo territorio jujeño), en la ruta de mulas que une Humahuaca con Orán. Se unió a las fuerzas irregulares gauchas que organizaba el general Martín Miguel de Güemes para enfrentar las invasiones realistas y se le dio el grado de capitán por ser el jefe de las fuerzas de las fincas de su familia y de la villa de San Andrés.
               Pronto quedó claro que era el jefe más capaz, en campaña y en combate, de todos los caudillos gauchos. En 1815 era el jefe de las fuerzas de Orán, San Andrés y Santa Victoria. En 1816 fue nombrado comandante de Humahuaca de las fuerzas de Güemes; durante la gran invasión realista de 1817, obtuvo en marzo la victoria de Humahuaca sobre el coronel Guillermo Marquiegui, (jujeño de origen), con lo que cortó las comunicaciones de los invasores con el Alto Perú, y dio diez combates en 25 días, logrando acelerar la retirada.
               Días después, recibió a un inesperado visitante: un oficial realista español, el que sería el general Tomás de Iriarte, convencido ya de que los vencedores de esa guerra serían, tarde o temprano, los patriotas. Arias lo envió a Güemes.
                Durante la invasión de febrero de 1819 fue derrotado por Olañeta; cuando al día siguiente se le ofreció pasarse a los realistas conservando su grado y sus fuerzas, rechazó despectivamente la oportunidad; pero algunos partidarios de Güemes lo acusaron de traición. Por esa razón comenzó a distanciarse de Güemes; y se unió al partido opuesto a éste en Salta, el que más tarde sería de la "Patria Nueva". Pero por un tiempo más siguió destacándose al servicio de Güemes.
                  A mediados de ese año tuvo un enfrentamiento serio con Güemes por sus amistades salteñas. Se lo acusó de tramar la deposición del gobernador y fue arrestado, juzgado y condenado a muerte. Pero Güemes lo desterró.
Refugiado en Tucumán bajo la protección del caudillo Bernabé Aráoz, enemigo de Güemes, pasó a su servicio cuando la guerra entre los dos caudillos. Fue el jefe de estado mayor y jefe de la infantería tucumana en la Batalla de Rincón de Marlopa, en que derrotó a las fuerzas salteñas. Enseguida fue a Catamarca, de donde expulsó al coronel Saravia, que había invadido esa provincia, y fue por corto tiempo teniente de gobernador.
                   Regresó a Jujuy a fines de 1821 (poco después de la muerte de Güemes) bajo la protección del gobernador Juan Ignacio Gorriti, que lo nombró comandante militar y político de la Quebrada de Humahuaca, la Puna y Orán. Era el más perfecto nexo entre los amigos de Güemes y sus enemigos, que ahora, al mando de Juan Antonio Álvarez de Arenales y de Gorriti respectivamente, pudieron convivir en paz. Pero Arias se había hecho enemigos personales, sobre todo las víctimas de su victoria en Tucumán.
                    Fue muerto el 16 junio de 1822 en San Andrés, Provincia de Salta, durante una revuelta. Su asesino era el jefe del partido enemigo en San Andrés

 Semblanza del comandante de milicias Gauchas Manuel Eduardo Arias

           El coronel Manuel Eduardo Arias, capitán del ejército del general Martín de Güemes y bravo defensor del norte argentino, nació en Jujuy, de la rancia estirpe española por parte de su padre y de la no menos noble y bravía sangre de los indios omahuacas, por parte de su madre. Fue su abuelo paterno el ilustre general D. Francisco Arias Rengel. Asimiló las virtudes de su cariñosa madre  y la rígida disciplina de su padre. Desde niño vivió en la tierra de sus mayores, el valle de San Andrés (Departamento de Orán) y fue allí donde templó su alma de gaucho que tantos servicios prestaría luego a su patria.
             En las cartas enviadas a sus ilustres amigos, como el general Güemes, el coronel Agustín Dávila, el Marqués Campero y otros, se refleja la cultura de nuestro héroe gaucho.
El 25 de abril de 1818, entre la lista de nueve candidatos para elegir al subdelegado de la Puna, cuya misión era la de organizar y administrar políticamente los altos valles o mesadas en la cordillera de Humahuaca, es elegido el coronel Manuel Eduardo Arias.
              El cargo era muy importante ya que el elegido debía también tener condiciones para planificar e impedir que los realistas se apoderen de caballos, llamas, mulas, vacas y otros recursos de la zona. El coronel Manuel Eduardo Arias es elegido por su patriotismo, valentía, su profundo conocimiento de la zona y por tener su hacienda y campos en San Andrés.
               Humahuaca es fortificada por los realistas y está destinada a depósito, granero del ejército y hospital general.... El valiente coronel Manuel Eduardo Arias concibió la idea de apoderarse de la fortaleza... El 27 de febrero recibe la aprobación de parte de Güemes y esa misma noche, bajo un copioso aguacero, emprende desde su cuartel general en San Andrés, su marcha hacia Humahuaca por el abra del Zenta. El 1 de marzo alcanzaron la frontera de Humahuaca y, bajo la protección de la Sma. Virgen del Pilar, atacaron la guarnición española que se rindió después de varias horas de lucha. El coronel Arias relata la acción en una carta enviada al general Güemes, el 3 de marzo de 1817, desde San Andrés. Por esos méritos el director supremo Pueyrredón lo asciende a teniente coronel graduado y se otorgan medallas de oro a los oficiales y de plata a los demás. Los premios fueron otorgados a pedido del general Belgrano.

Fuente/s:
 Felix Infante : “Manuel Eduardo Arias. Su Vida, Su Drama “
es.wikipedia. org
http://www.cuadernosdeltropico.com.ar/Articulos